Aunque no nos demos cuenta, la contaminación acústica es un problema bastante serio que puede llegar a dañar nuestra salud apenas sin que nos demos cuenta. En nuestro día a día estamos expuestos a muchos ruidos como los provocados por el tráfico, discotecas, conciertos, aviones, obras, etc.
El ruido puede ser un problema para nuestra salud
Según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay aproximadamente 9 millones de españoles que están expuestos a niveles de ruido que pueden llegar a sobrepasar los 65 decibelios diarios que se establece desde la OMS como máximo. Esta cifra se dispara hasta los 110 millones en Europa, dejando patente el problema de la contaminación acústica.
Nuestro organismo no está preparado para el ruido que se genera en la sociedad moderna, el cual puede llegar a ser ensordecedor tanto por potencia como por la cantidad, pudiendo dañar seriamente nuestro oído.
En los casos más severos donde haya más nivel de ruido, el oído no es lo único que se puede ver afectado sino que diversos estudios afirman que incluso cerebro y corazón podrían verse afectados.
Los daños del ruido a altos niveles
En este caso, hay que decir que cuando se sobrepasan los 125 decibelios el ruido, además de ser molesto pasa a ser doloroso. Sobre todo teniendo en cuenta que el umbral de esta clase de dolor se alcanza llegando a los 140 decibelios.
Estos niveles de ruido pueden llegar a producir sordera, pero en otros casos graves podemos encontrarnos con patologías de diversa índole, algunas de ellas bastante serias.
Entre ellas destacan las relacionadas con el sistema cardiovascular y donde podemos encontrar hipertensión arterial, alteraciones del ritmo cardiaco riesgos coronarios e incluso excitabilidad vascular por efectos de índole neurovegetativo.
El aparato digestivo también puede verse afectado, especialmente con aumento de enfermedad gastroduodenal debido a la dificultad para poder descansar. Asimismo las glándulas endocrinas también pueden alterarse, haciendo que aumente la secreción de adrenalina y produciéndose alteraciones hipofisiarias.
Por otro lado, no hay que olvidarse de otros síntomas como pueden ser problemas para concentrarse y rendir en el trabajo o en los estudios, problemas de observación, irritación, aumento del estrés y de alteraciones mentales o incluso tendencias a tener actitudes agresivas entre otros.
Sin duda alguna, se trata de un problema serio que debe ser abordado para evitar que ese número de 9 millones de españoles se vea reducido lo máximo posible.